Opinión
De las ferias de compra y venta de lo usado y las agendas municipales
Nota de opinión por Federico Vasches, miembro del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro e Integrante de Unidad Ciudadana.
En nuestro país algunas cosas parecieran tener carácter cíclico, es decir que se repiten, y si bien no siempre de la misma manera, con la misma intensidad y/o actores, o por el mismo lapso de tiempo, las cosas: se repiten.
Una de ellas son las crisis económicas y no son pocas las veces que escuchamos a especialistas con el diario del lunes, explicando por qué se dio de esa forma, cómo llegamos a esa situación y acaso dando cátedra sobre posibles estrategias, de cómo afrontar una situación futura.
Lo que también hemos escuchado, es esa frase compleja que nos predica, que más allá de quién gobierne o acaso de cómo son las cosas de complicadas; hay que trabajar y con un golpecito en el pecho, nos llenamos de aire en la confianza de poner lo mejor y sobreponernos.
Uno de los fenómenos que han surgido por lo menos en las últimas dos crisis socio-económicas, han sido las ferias de compra y venta de artículos usados; en las cuales, los vecinos (cada vez más golpeados y empobrecidos por la situación generalizada de la economía), sacan de sus casas las cosas que tengan en desuso o de las que puedan prescindir y las llevar para, con esos pesos, sobrevivir el momento.
Ahora bien esta situación que pareciera tan doméstica y meramente un recurso de las personas para disponer de un poco de dinero en épocas difíciles, bien puede ser extendida al universo de lo público y de las agendas municipales en particular.
A continuación, algunas sugerencias para comprender por dónde transcurre el asunto:
- Así como el que vende en la feria, lo hace para conseguir algo de dinero (a un precio, que posiblemente no pueda fijar), el Estado Nacional que “ofrece Obras Públicas” a provincias y municipios, tampoco ha planificado qué es lo que pretende ofrecer, ya que posiblemente sean las obras que queden remanentes
- Del otro lado, es decir de parte del comprador que va a la feria (tiene en su ideal encontrar tal o cual cosa), aunque posiblemente lo mejor sea que no vaya con mucha intención de nada en particular ya que no es ni venta por catálogo ni con stock. Sino que se vende y se compra lo que hay. Se llevan lo que consiguen. Asimismo los gobiernos municipales cuando acuden a la administración nacional a buscar obras públicas, planes y programas, en general no van con una idea de qué es lo que buscan, sino más bien, ven en la vidriera de Secretarías y Ministerios nacionales, qué consiguen
- Siguiendo esta lógica, quien llegue primero tendrá más suerte. El comprador que llega a lo último a la feria de seguro que consiga poco y nada; mientras que los funcionarios municipales que acudan tarde al llamado de las ofertas de obras nacionales, conseguirán lo que queda, jamás lo que necesitan
- Así y todo hay algunos que no llegan, que no acuden a buscar obras y programas nacionales, ni los pretendidos, ni los esperados, ni los que queden: ninguno. Es que pareciera no ser un requisito para administrar un gobierno local, saber administrar la cosa pública o por lo menos, tener esa intención.
El desafío entonces es por un lado comprender que la realidad de las ferias de compra y venta son situacionales y se debe observar con detalle el contexto, es que nadie quiere pasar frio o calor, estar horas parado, al rayo del sol o entre la tierra para ver si de esa forma consigue algo de dinero para llevar alimentos a su casa. Es decir no debemos criminalizar el recurso que han encontrado estas personas para hacer frente a la crisis, porque acaso si ellos están allí es porque han sido expulsados por el sistema y las políticas y los políticos.
En la misma dirección, debemos elevar la vara de lo que esperamos de la dirigencia política, y comenzar a discutir en los territorios qué pretendemos para nuestras ciudades, si queremos hospitales municipales, obras de infraestructura, políticas en red con organizaciones sociales y sectores emprendedores.
Es momento de consultarnos sobre qué modelo de ciudad queremos y entonces ir a buscar las obras que nos hagan falta, jamás al revés, caso contrario seguiremos viviendo en un desorden bello y con asfalto, pero donde nos revienten las cloacas.
Federico Vasches.
Miembro del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro e Integrante de Unidad Ciudadana.
Opinión
Entre la sensación y el bolsillo, está la inflación
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-
Vivir en Argentina es una de las cosas más lindas que como argentino podés experimentar, quien no nació aquí y no vive en esta tierra nunca lo entenderá. Quizá por ello, no son pocas las veces en que oímos que desde el exterior se cuestionan cómo es que nos apasiona tanto vivir acá, más aún cuando se enteran de esas situaciones, que por cotidianas vamos normalizando.
No hace falta que enumere, pero casi que nuestros días se desarrollan de una manera vertiginosa y similar a la siguiente: despertamos, nos trasladamos, trabajamos, nos formamos, criamos hijos, somos productivos, realizamos compras, cumplimos con nuestros compromisos cotidianos y quienes podemos tratamos de darnos nuestro tiempo. Hasta allí un relato común a muchas familias, pero sabemos que detrás de ello tenemos una preocupación que nos asecha, cuando no nos alcanza, e incluso nos inmoviliza: la inflación.
Entiendo que todos tenemos una idea formada sobre lo que sucede en el país, cuál es el mal que nos aqueja, aportando alguna respuesta a esa pregunta que nos resuena: ¿qué nos pasa que no podemos encontrar el rumbo económico?
Acordamos que la inflación está, existe y es tangible. Lo que también es cierto es que se nos presentan dos inflaciones, una de cada lado. Una es la de los medios, la de los análisis elocuentes y macroeconómicos, la de las explicaciones que provienen del exterior, la del ajuste y la urgente necesidad de achicar el estado; del otro lado está la de todos los días, la del bolsillo, la del comercio de cercanía, la del pan, la carne y la leche.
Esta situación que vivimos, nos atraviesa y por momentos pareciera que ponemos el ojo, la atención y la preocupación en cosas que no lo ameritan, es que, si la inflación se nos presenta como un fenómeno de difícil solución, debe entonces serlo también, de difícil comprensión.
Traigo una propuesta para revisar y acercarnos al asunto, para que podamos discutir luego del peso y los aumentos, mirando un poco más allá.
Un primer problema que advierto es el impacto por el aumento desmedido en el valor nominal de los productos. Esto es el choque, el susto y por momentos la angustia e indignación que nos genera el nuevo valor de eso que hace poco compramos a un precio inferior. Aquí me interesa que pensemos que luego de este sacudón por el nuevo precio de la cosa, tratemos de comprender que, si este incremento va acompasado a las paritarias, es decir al incremento de los salarios, no existe problema alguno. Si algo vale $100 y mi ingreso es de $1.000, y eso mismo pasa a valer $200 y mi ingreso se duplica de la misma forma alcanzando los $2.000, vemos una proporcionalidad entre uno y otro. Con lo cual, y en la medida de que al nuevo precio pueda seguir comprando lo mismo que antes, no habría mayor problema. Aunque sabemos que en estos tiempos las cosas no son así y vamos perdiendo.
Un segundo problema, es el de la pérdida de poder adquisitivo para las clases asalariadas. Es decir, esta pérdida de capacidad real, se compone de una inflación sobre los productos de consumo y servicios más una serie de paritarias en las que las negociaciones no han conseguido ni siquiera compensar esos aumentos. No hablamos de ganar, pero ni para el empate nos alcanza. Lo grave de esta situación es que se da en especial sobre los productos de la canasta básica de alimentos y que ello repercute particularmente en las familias de bajos recursos quienes son las que destinan mayor parte de sus ingresos a la adquisición de alimentos. Imaginemos que si bien la inflación es un promedio general, no es el mismo impacto que genera en familias de clase media asalariada en zonas periféricas, que en las de clase alta de grandes ciudades. Para las primeras los aumentos más sensibles serán los referidos a los alimentos (los cuales han alcanzado los más altos índices de incremento) y servicios básicos de agua, luz y gas y transporte; contra las segundas que seguramente se vean afectadas por los aumentos en medicinas prepagas, expensas de edificios, servicios de conectividad y televisión por cable, impuestos y tasas municipales, combustible, seguros y patente.
Cabe destacar que no me refiero a dueños de grandes empresas nacionales ni trasnacionales, de esas que tienen cuentas en monedas extranjeras en el exterior y cotizan en la bolsa de valores, tampoco a quienes han tenido la dicha de heredar grandes fortunas y/o con sus apellidos les basta, menos aún estoy pensando en quienes viven en barrios super privados con hasta tres empleadas de casa particulares más la propia con cama adentro. Si no que estoy pensando en personas de clase media asalariada, formadas y/o en formación siendo inclusive primera o segunda generación universitaria, con hijos, con casa propia con crédito hipotecario y/o alquilando, que con sus ingresos cubren sus gastos mensuales y dependen del ingreso próximo para continuar sus planes, es decir me refiero a la gran mayoría de la población.
Hoy quedan atrás esas historias de padres y abuelos que con el aguinaldo cambiaban el auto, de quienes con sus salarios podían comprar un terreno y con sus propias manos construir su casa para habitarla en familia como proyecto de vida, de quienes con esfuerzo propio montaban su empresa escalando a escala regional; actualmente tener un auto, comprar o construir una casa es prohibitivo para una gran proporción de la población.
Evidentemente son tiempos complejos, y si podemos afirmar que el futbol es la gran pasión nacional, la inflación es entonces el gran flagelo. Todo se agravaría de continuar en este carril y dejar que las cosas pasen. Porque pareciera que siempre lo hacen en detrimento de la gran mayoría, porque no seamos necios, si hay inflación es porque hay formadores de precios. Esos mismos a los que nos me refiero, esos mismos que generan nuevos precios y/o elevan los existentes son a quienes menos les afecta.
Si el estado no está presente con controles efectivos, con mano firme y compromisos que pueda y deba cumplir, trabajando del lado y con la ciudadanía para que seamos todos y todas componentes activos en lo que necesitamos que se venga, claramente seremos los perjudicados. Porque si el estado no interviene, y si no nos despertamos para que algunas cosas cambien, quienes ganen, serán los de siempre: serán ellos.
Federico Vasches – DNI: 32.991.877
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-
Gremios
El estado de situación en el que se encuentra nuestro gremio es un punto límite
Nota de opinión por Patricia Cetera, Hector Roncallo, Lúa Hernández y Marcelo Nervi, de la Lista Unidad Azul Arancibia de UnTER.
El estado de situación en el que se encuentra nuestro gremio es un punto límite. Nunca se vivió ya que siempre como organización gremial y como grupo que nos tocó conducir en varios períodos, apostamos al diálogo primero.
Como Agrupación queremos ser claros, no estamos de acuerdo que no se acate la conciliación por que como lo manifestamos en las asambleas, no sólo es una herramienta de lucha al permitir retrotraer cualquier definición que no nos favorezca. Sabemos que la conciliación dictada es un mamarracho, que es una apretada, consecuencia de un gobierno que para nada le interesa la educación y menos a los trabajadores y trabajadoras. Sólo les interesa captar amigos, y hasta supuestos opositores que disfrazados de lobo se convierten rápidamente en cordero cuando de lugares y oportunidades se trata. Contra este pulpo de la pésima política y del uso indebido del poder, también luchamos, cuando vemos quienes conducen la CTA y nos quieren dar clase de lucha y la gran mayoría son candidatos en los partidos políticos, lo que no está mal, lo que sí está mal es que no se corran en procesos electorales.
Cuando fundamos la CTA lo hicimos bajo la convicción de ir en contra de las malas prácticas sindicales y hoy nos sorprenden al igual que ayer. Somos conscientes que la letra de la legislación no la escribimos los trabajadores, esto es histórico desde hace mucho tiempo, antes de la llamada «conquista del desierto» y de tanto en tanto también reconocemos que algunas escrituras fueron y lo son favorables al pueblo trabajador, pero en estos momentos políticos de derechización casi todos actúan parecido, imponiendo el peso de la ley, aunque esté mal parida y puesta igual.
Como agrupación sabemos cuándo y cómo actuar a fondo, sabemos de antecedentes, por eso expresamos que había que aceptar y si el resultado no nos favorece ir a fondo en un paro indeterminado real.
Lamentablemente primó el esfuerzo opositor hoy con votos consecuencia de las mentiras en las redes, jugando al mejor «lawfare» que utiliza la oposición derechista, que por otra parte es histórico en nuestro país, y así no lograr serios resultados para los trabajadores y trabajadoras, sino con el claro fin de trabar a las conducciones de nuestra agrupación, de cerrarles el camino de la cordura, de logros, que, aunque sean en paso a paso, son logros que van mejorando nuestro estado laboral. De esta manera en la supuesta democracia se definió el todo o nada. Nunca fue así, nunca fue el todo o nada y esto también es histórico. Eso es lo que nos diferencia claramente y respetuosamente con quienes creen que están haciendo la guerra de guerrillas y quienes entendemos que en estas etapas del mundo que nos toca, es ir logrando paso a paso los resultados, sin el sacrificio de los compañeros a través de posibles descuentos, sanciones individuales, sanciones colectivas y gremiales, etc.
Estamos a favor de la participación partidaria y electoral de cada uno de los afiliados, pero no acordamos que utilicen (nadie) la estructura sindical, para hacerse ver en la combatividad.
Queremos dejar en claro por qué no acordamos esta postura de no a la conciliación, porque nunca lo hicimos, siempre primó el resguardo sindical, herramienta básica de defensa de los trabajadores, preservándola en su totalidad y no como algunos supuestos combativos que sólo encararon cuando fueron conducción, la retención de servicio como lo más extremo, y hoy dicen que prefieren un sindicato pequeño, sin jardines maternales, sin obra social, sin beneficios sociales, sin una estructura sindical con trabajadores y trabajadoras, sin centros recreativos, sin hoteles, etc, etc, porque afirman que todo debe ir a la lucha.
Ante semejante irresponsabilidad histórica, nosotros decimos que primero el diálogo y luego agotado, todos a la lucha total, pero siempre defendiendo el sindicato.
No queremos que los compañeros se encuentren perjudicados, no queremos construir en base al discurso del odio, sabemos que en el paso a paso logramos y seguiremos logrando un gremio respetuoso, de lucha y logros sindicales. Por eso insistimos y aunque no estén en acuerdo, dejar en claro nuestra postura: aceptar la conciliación no significa abandonar la lucha, es dar un paso estratégico para seguir luchando con toda la fuerza del sindicato unido.
De esta manera atándole los pies y las manos a una conducción no la dejan conducir y menos representar.
Patricia Cetera, Hector Roncallo, Lúa Hernández y Marcelo Nervi
Lista Unidad Azul Arancibia de UnTER.
Opinión
El Consejo del Salario aplicó un ajustazo con complicidad de la CGT
Nota de opinión por Rodolfo Aguiar, Secretario Adjunto de ATE Nacional.
Tras la reunión del Consejo del Salario en la que se definió una suba del ingreso mínimo de 26,6%, cuotificado en los próximos tres meses, considero que se trata de un ajustazo con la complicidad de la CGT.
El salario mínimo sigue siendo de indigencia y el gobierno perdió una gran oportunidad de empezar a recuperar los ingresos de la población. Este fue el peor aumento otorgado en este ámbito y se pone en riesgo la paz social. Según lo definido, el incremento será del 15,6% en abril, 6% en mayo y 5% en junio, por lo que el próximo mes el monto estará fijado en $80.342, monto similar al de la actual Canasta Básica Alimentaria ($80.483).
La situación se agrava si se compara el ingreso mínimo con la Canasta Básica Total que define la línea de pobreza, la cual se ubica en $177.063 actualmente para una familia tipo. Se derrumban las expectativas puestas en el Consejo del Salario como la herramienta que permitiría mejorar las condiciones de vida de los asalariados y los sectores populares. El nuevo ingreso mínimo es sólo un tercio del que debería ser.
El gobierno sigue cediendo a los empresarios inescrupulosos. Nos siguen explotando por menos dinero del que la propia ley vigente en la Argentina dice que tiene que ser. El salario debe ser una retribución justa que alcance para la vivienda digna, alimentación adecuada, vestimenta, salud, educación, recreación, esparcimiento, vacaciones, ahorro y previsión social. Pero en realidad, después de este incremento, no alcanza ni para comer y menos aún para pagar un alquiler.
Cabe destacar algunas prestaciones sociales, como los planes Acompañar y Potenciar Trabajo, definen sus montos a partir del salario mínimo establecido. Durante la reunión, la CTA Autónoma, central obrera que es integrada por ATE, fue la única que rechazó estos números.
Rodolfo Aguiar
Secretario Adjunto de ATE Nacional